CAPITULO II Las enormes dunas del desierto:

¿A dónde?
¿A dónde?

¿a dónde corre la flaqueza de mi cuerpo
 que habita con frío, y a veces sin brillo,
o sin nada, y a veces ni siente?

¿a dónde?

Mi indiferencia y mi intento de volver
me están llevando a la locura que me conduce cada día más a la amargura, a la nada.

En el desierto de mi fe,
humildemente pido como mi madre me enseñó:

Por favor creer.


Riveigar

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