Tú, girasoles, un gato, una taza de té, un escritorio...

Quisiera agotar mis días viendo desde el balcón un campo mío lleno de girasoles silvestres, un cielo lluvioso, un día nublado, en fin, que sólo tuviese esas maravillosas flores que cautivan la atención de mis ojos y pasear contigo de la mano. Regresaría presurosa de nuevo al balcón, donde seguro tendría un escritorio rústico color madera, quizás un poco de polilla, un cuaderno gastado, un bolígrafo. Es probable, es más, es seguro que te estoy hablando de tiempos lejanos donde tenga algo parecido a una computadora donde ya no manejara sólo éste blog, escribiendo a la bondad de Dios, donde algún compañero escritor, se digna en visitarme y se compadece al leerme, quizás en ese tiempo, tenga una sesión abierta donde me espere el archivo que revisará mi editor, una novela sobre aquélla leyenda que no volví a encontrar. Tendría sobre el escritorio una buena taza de té y un gato sobre las piernas. Seguro que mi loro Loretto, en s...