CAPITULO I de Indiferencia:
Constantemente mantengo borradores de conversaciones que no se dijeron,
algunas llegan a convertirse en escenas, suponiendo que ese alguien las escuchó...
¿cómo poder comprimir a capítulos breves lo que ha sido de mi vida hasta el momento?
¿cómo poder escupir este nudo de gargajos viejos que no me permiten hablar y así poder sacar de una puta vez todo lo que me dolió?
Este martes de Octubre, con sabor a un día que no existe en un calendario,
esta soledad exquisita que me hace sentir ese vacío existencial propio de mí.

esta actitud de mierda, de sentir que el tiempo se me acabó, que no puedo agarrar mis cosas y largarme y decir: ¡Basta ya!
¡basta ya a la indecisión!
estoy harta de estar frustrada, de dar lo que ya no tengo, porque soy como una vaca de ubres chupadas, o una perra parturienta, callejera, que mantiene cachorros que le carcomen la piel, sin nada que dar...
Y esa actitud absurda, de ni siquera saber qué camino tomar, porque ni siquiera veo las opciones...
Tengo esos impulsos desiguales, que más bien parecen depresiones bipolares, donde adopto gustos y abondono como si fuera un juego nada más, y es que, todo me lo he tomado como un juego.
A escasos metros de lo que hubiera querido ser,
a escasos metros de lo que mi madre esperaba que fuera,
a escasos metros de ser la hija que mis padres educaron,
a escasos metros de ser la mujer que la sociedad espera,
a escasos metros de aborrecer ese papel, y escoger la libertad,
y escoger:
Tener una cabeza propia, como solía decirme, cuando mis prejuicios me dolían.
Comentarios