María Riveiro

La absurda aflicción que se aburre de pensar y y se reprime. El dolor de la impotencia, los celos sin solvencia, los labios deshidratados, el amor equivocado, la historia perfecta para ejemplo en los juzgados. La ruina y la pobreza, sus labios que murmuran y no rezan, el pecado de la hipocresía, fingiendo con la boca que besa. Los residuos de las ganas que invitan a desnudar la novedad, nos tapamos con sábanas de una cama ajena, condenados eternamente al exilio... Bebemos la leche pasada en pocillos y con los sueños surcidos, somos admirables personajes que del dolor aprendimos, ¡cuánto nos dolió diluirnos! ¡Ah! hace tiempo que nos fuimos. A las ganas, llegó el cariño, lo que en aquélla patria hubiese sido un niño. Riveigar

La cruda realidad de las arrugas, le perturba... como colmillos bruscos que carcomen su piel y mutilan a pedazos su personalidad... La vanidad infinita, la crema finita, el maquillaje a flor de piel, el óxido escondido de su alma oliendo a miel. (¿La belleza?) La ocasión de los tacones, el tema de convesación en ocasiones, la salud y los SPA la espada de la edad... Uñas acrílicas, para tocar postiza la realidad, pestañas de a mentiras, para ver borroso el mundo material, un olor fétido se respira de su aliento perfumado prefiero el olor de cansancio, el olor de un pecho trabajado. ¿No sientes vergüenza mujer, de ser tan vacía? entre la injusticia que acontece en el mundo, ¿cuál sera tu pena, cuál será tu desdicha? ¿o es que no te importa, o es que sólo lees revistas? ¿o más bien, tu apostolado en sociedad consiste en dar la miseria que te sobra, y  persignarte frente a todos, cuando en realidad criticas prejuiciosa? En el mundo claro: "(¿La belleza?)...