María Riveiro

Y aún así no habría nada que hacer, y aún así no hay nada para decir. Y aún así, tengo que escribir tanto, y no porque signifique algo sino porque tengo que escupir lo que tanto tiempo estuvo atorado en mi garganta. Dolió tanto y ese cielo nublado tardó en despejar, y hubo tanto, tantas cosas que ni siquiera nos pudimos explicar. Y aún así, bastan modales y protocolos, para frenar el pueril atropello de los residuos del amor; que aún así, raspan las paredes con garras, que un día bordaron nuestro corazón. RIVEIGAR

¿Qué más había? porque al final nada basta,  y aunque me absorba la sequía de sus labios, no podría haber más nada, porque el pasar del tiempo consume el eco de su voz. Cuando dije "basta" se estancó el maleficio del nulo capricho de no volver a amar. Niego el verso anterior como si fuera un accidente, como si fuera un hijo bastardo. El cruel producto de aquélla situación para ambos: la realidad perenne que formula como pregunta ¿era amor o no era amor? RIVEIGAR

El amor no se posee, y por eso nunca podría explicar un final que no me perteneció, la aflicción que no procede, nadie podría, aunque lo intente, dar alguna explicación, y acertar; El olvido, en este caso representa a la necesidad que reprime los recuerdos; quien lo entiende, sabe que dolió tanto; que nos vimos obligados a evadir teníamos que ir a trabajar por las mañanas, era tan cansado cuando no podíamos dormir; la necesidad de sobrevivir, nos hizo priorizar actividades... No es que hayamos olvidado, pero había que escoger vivir y no había nada que colmara este profundo dolor, teníamos que tomar cualquier barco, no importaba el destino, sólo queríamos aplacar nuestro dolor. Un barco llevó a la eterna y anhelada libertad, y el otro tan inesperado, llevó al amor... a ambos nos dolió sí, pero había que escoger la vida era madurez decir adiós.

Le besé los labios un par de veces, sin ninguna prisa, todo iba despacio, aunque hoy acabó con mi inspiración, aunque hoy, no tenga sentido... contener mi respiración, y recorrer con mi boca los pliegues de sus labios heridos. Sonreía al verme. Riveigar